Quien da algo por bueno y por cierto, y se siente culpable porque cree que no está haciendo lo necesario para vivir de acuerdo con ello, tiende a volverse rígido.
Quien siempre mira hacia el mismo horizonte, y siempre sigue el mismo camino, es que ya se ha vuelto rígido. Confunde la rigidez con la fuerza, busca dominar, y para ello fuerza la naturaleza de las cosas, y de aquello que dentro lleva.
La flexibilidad, primero duda y prueba diversos horizontes y sendas, después se va adaptando a lo que le rodea, a lo que es, a lo que tiene, y a lo que le llega. El sabio mira hacia los horizontes que le muestran su intuición y la conciencia, y de la flexibilidad hace su alada senda.
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