La complejidad (también llamada Maya, o la ilusión, o el sueño) no acepta el flujo natural del Universo ni se guía por la conciencia. Así, quienes no aceptan el flujo natural y quienes no se guían por la conciencia, intentan dominar ese flujo y a todos los seres vivos, incluído el propio Hombre.
La complejidad le dice al Hombre que es el rey de la Creación, que tras los seres sobrenaturales, el Hombre es el Ser más importante. Para quienes no creen en los seres sobrenaturales, el Hombre es el Ser más importante.
Lao Tse nos dice que el Hombre es el Ser más importante, pero sus palabras nos orientan a que busquemos la armonía con el Universo, con el Tao.
La complejidad crea muchos deseos y muchas creencias, y ésto produce conflictos, esclavitudes y sufrimientos, y hace que cada creencia se quiera convertir en la única dominante.
Así, el individuo se encuentra, por un lado, viviendo en el agitado mundo de lo complejo, y por otro lado siente dentro de sí, con más o menos fuerza, el impulso de buscar lo elemental y de armonizar y de fundirse con ello. El ego y la conciencia en pugna diaria.
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