En el suelo, la planta hunde sus raíces, así se sostiene, halla alimento, y se abre receptiva al cielo.
Sobre la planta y sobre el suelo, la mariposa reposa de su vuelo, se alimenta y se abre receptiva al cielo.
Lo natural se complementa,
y como fluye sin forzar,
es sencillo y nada lo somete.
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