Cada mirada es una creencia o una certeza. Cada creencia encuentra sus propias fuerzas, cada certeza encuentra sus propias flexibilidades.
Cada una de las crencias que existe se deben a que hay alguien que ve algo útil y algo cierto en ellas, y de de ésta manera adquieren su primera fuerza.
Cada creyente hace dos cosas: Por un lado, defiende sus creencias de las opuestas, y por otro lado lucha para que las suyas derroten a las ajenas. De éstas defensas y de éstas luchas, las creencias adquieren su segunda fuerza.
Y nos queda una tercera cuestión: Se trata de si éstas palabras son ciertas o son otra creencia. La respuesta la obtiene quien no se aferra.
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