La verdadera serenidad se da por igual, volando y reposando, con las alas cerradas y con las alas abiertas.
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Las primeras serenidades las alcanzamos sólo durante tramos de tiempo más o menos largos, y sólo en las siguientes situaciones:
*Cuando aceptamos lo que el flujo de la vida nos ha traído.
*Cuando nos basta con lo que tenemos.
La serenidad nos da la claridad para ver la realidad y para comprenderla. La serenidad es la pasiva y receptiva fuerza Yin, la cual se alterna y se complementa con la activa fuerza Yang propia de las situaciones en las que nos debatimos, en las que pasamos a la acción.
Así vivimos, y así viviremos, mientras no alcancemos momentos de armonía, o la armonía permanente, y la receptividad y la acción se alternen de forma natural en nosotros, alternancia en la cual la agitación ya no vuelve.
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