viernes, 11 de octubre de 2019

LAS DIFERENCIAS Y EL TODO


        Diferencias, la mirada siempre viendo diferencias, y el dedo siempre señalándolas.


   El todo, combinación de diferencias, relación entre las diferencias, y en todo siempre un camino que lleva a un horizonte y detrás de las lejanas montañas.

  -Los seres humanos somos muy diferentes, y eso en mi profesión de psicóloga complica mucho las terapias, pues todo lo que aprendes en la Universidad son conceptos sobre psique general del Hombre, sobre lo común que hay en el Hombre, y sobre las particularidades más significativas, pero cuando llega el paciente a la consulta, parece que no le importe nada lo común que hay entre todos los seres humanos, y exige que se le trate como a un un ser diferente al resto de los humanos, y resulta que hay que descubrir la propia y única particularidad de cada paciente dentro de un complicado laberinto mental, emocional y de creencias. -Dijo Sofía. 

  -Puede entender que, como psicóloga, te tengas que centrar tanto en las diferencias, sin embargo, no comparto tu opinión de que seamos tan diferentes. En los seres humanos, es mucho más lo que tenemos en común que aquello que tenemos de diferentes. Además, lo que tenemos en común es  más importante para la vida humana que lo que tenemos de diferentes. Pero nos fijamos mucho más en lo diferente que en lo común, en las diferencias que en el todo, y dedicamos mucho más tiempo a las diferencias. -Dijo el viejo profesor.

  -Lo común, el todo de nuestra vida cotidiana, es como un paisaje que conocemos, y por lo tanto ya sabemos lo que podemos esperar, con lo cual le dedicamos poca atención. Lo diferente, o no lo conocemos, o lo conocemos poco, y tenemos que estar siempre alerta para ver qué peligros o que sorpresas desagradables esconde. 
-Dijo Sofía, la cual hizo una pausa y continuó:

  -Por otra parte, el individuo necesita individualizarse para así poder desarrollar todos sus potenciales, los cuales, aunque sean naturales, son diferentes en cada persona, y por lo tanto, el individuo exige un trato diferenciado. Además, tenemos un ego, y así, cuando nos miramos a nosotros mismos, solemos fijarnos más en lo que tenemos de diferentes que en lo que tenemos en común con las demás personas, y a la hora hora de vernos a nosotros mismos, nos identificamos por nuestras diferencias mucho más que por aquellos aspectos que tenemos en común con los demás. 

 -Se dice que las diferencias son riqueza humana, que son positivas, pero son las diferencias las que crean los conflictos entre los seres humanos, entre esos seres que ponen siempre por delante sus diferencias, sus particularidades. Por otro lado, cuando ponemos por delante lo que tenemos en común tendemos a llegar a acuerdos, a colaborar gustosamente, a respetarnos, a no crear conflictos. Pero en todo eso no reparamos, y nos lamentamos de lo "malos" que son los "diferentes", y no dejamos de hablar de la razón que tenemos, de lo buenos que somos nosotros y los que son como nosotros, y deseamos que los demás dejen de ser diferentes y sean y piensen como nosotros. -Dijo el viejo profesor. 

  -De nuevo has llegado a una situación dualista y aparentemente contradictoria, pues por un lado somos seres sociales (un todo social) y por otro individuos, y si le damos más importancia a lo social, limitamos o reprimimos las posibilidades de los individuos, y si le damos más importancia a lo individual, descuidamos aspectos  muy necesarios para la vida en sociedad. Hasta ahora ninguna sociedad ha sabido resolver este dilema. ¿Tú qué opinas? 
-Dijo Sofía. 

  -Este dilema no se resolverá mientras que el Hombre no se libere de sus creencias de que lo más importante es conseguir lo deseado, pues esas creencias son dualista, y por lo tanto conflictivas y no pretenden armonizar los opuestos complementarios como es el caso del Yin y del Yang, sino que lo que pretenden es que uno de los opuestos domine o elimine al contrario, pero esto es desarmónico, artificial, puesto que ambos opuestos son igualmente necesarios para que el todo sea un orden y no un caos. -Dijo el viejo profesor.

-¿Y como los conciliarias? -Preguntó Sofía. 

 -Verás, yo creo que se ha de permitir a cada individuo que desarrolle sus aspectos diferentes, sus potenciales naturales, pues eso satisface personalmente a todo los individuos, y además, ese árbol que es el individuo, daría sus mejores y sus más abundantes frutos, cada cual los suyos particulares, pero todos ellos necesarios y útiles para que ese todo que el bienestar de la sociedad. Junto a esto el individuo tiene que desarrollar una conciencia que le lleve a compartir gustosamente sus frutos con el resto de la sociedad. Pero estas actitudes mientras domine la creencia de que lo más importante es conseguir lo que se desea, pues cada cual querrá imponer sus propias condiciones a la hora de compartir, o si se prefiere, a la hora de repartir. -Dijo el viejo profesor. 

  -Una bella utopía, pero se necesita construir ese mundo sobre bases reales, se necesita especificar con claridad los diferentes aspectos. -Dijo Sofía. 

  -Verás, yo creo que no se necesita nada de eso, sólo se necesita que el Hombre se libere de su actual paradigma, a medida que se fuera liberando, los diferentes aspectos y detalles irían surgiendo en función de las necesidades y situaciones del momento, es decir, serían flexibles, adaptables, armónicos, y eso sería suficiente. No necesitamos modelos sociales, ideológicos ni políticos, pues pronto se vuelven rígido, desarmónicos, sólo necesitamos ser capaces de vivir en armonía con la Naturaleza, con el Universo, con nuestra conciencia, con el Tao. Eso es todo, y eso requiere de un proceso individual, proceso que en cada individuo siempre es diferentes.
-Concluyó el viejo profesor. 

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