lunes, 7 de octubre de 2019
EL HOMBRE SERENO
* La serenidad que produce tener lo necesario.
* La serenidad que produce sentirse libre.
* La serenidad que nos produce el que ambas cosas nos resulten suficientes.
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-Dicen que el filósofo Diógenes, o tal vez fuera otro filósofo, buscaba al hombre perfecto con un farol y nunca lo encontró. ¿Tú a qué hombre buscas, profesor? -Preguntó un alumno.
-Yo no busco a ningún hombre perfecto ni virtuoso, yo sólo busco al hombre sereno. -Contestó el viejo profesor.
-Pero eso de la serenidad es muy aburrido profesor, aunque mis padres me dicen muchas veces que les deje tranquilos, pero me lo dicen para poder tener tiempo para dedicarse a las cosas que les resultan divertidas o interesantes, es decir, a cosas que les impiden que se aburran. Y tengo una tía que siempre está haciendo cosas muy variadas y que de dice que: "ya tendré tiempo de estar serena cuando esté muerta." -Dijo el mismo alumno.
-Veréis, para escapar del aburrimiento y para hallar cosas divertidas, interesantes, placenteras, la gente a veces se esfuerza, a veces se sacrifica, a veces lucha, a veces se producen conflictos. Todo eso agita mucho, tanto cuando se sientes placeres como cuando esos placeres traen dolor. Y no sólo agitan, también esclavizan a todo lo que hay que hacer para no aburrirse, para conseguir los placeres. Esto impide hallar la sabiduría, y también impide apreciar sabiduría que otros han hallado. Sin sabiduría no hay manera ni de evitar nuevos problemas ni de solucionar los viejos problemas. ¿A quien le resulta divertido vivir con problemas? -Dijo el viejo profesor.
-O sea, que el aburrimiento puede hacer que, al huir de él a veces consigamos cosas divertidas y placenteras, pero muchas veces creamos problemas o no sabemos resolverlos , y vivimos atados a lo que tenemos que para huir del aburrimiento, y entonces necesitamos la sabiduría de la gente serena, de esa gente a la que acusamos de aburrida, de esa gente que tuvo que dejar la agitación de lo divertido para encontrar soluciones. -Dijo otra alumna.
-Efectivamente. Sacrificar la sabiduría por la búsqueda de lo divertido y de los placeres, es una contradicción, pues suele acabar creando unos problemas para los que la gente que huye del aburrimiento no encuentra solución. Veréis, cuando se soportan los primeros momentos de aburrimiento y se busca sabiduría, el aburrimiento se acaba y la sabiduría aparece. De todas maneras, a veces lo más sabio es divertirse con lo que la vida no regala, es decir, con lo que no tenemos que luchar para tenerlo. -Dijo el viejo profesor.
-¿Tú eres un hombre sereno, profesor? -Preguntó la misma alumna.
-Yo lo intento, cuando lo consigo siento bienestar y aparecen cosas sabias, y no me aburro, y no necesito esas cosas divertidas que la gente busca con tanto afán. Pero siempre llega un momento en el que esa serenidad se ve perturbada por los ruidos producidos por aquellos que huyen de su aburrimiento. -Concluyó el viejo profesor.
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