jueves, 17 de octubre de 2019
APRENDIENDO
Aquella mañana el viejo profesor empezó la clase escribiendo la siguiente frase en la pizarra:
En este instante estoy en posesión de la verdad.
-Esta frase es propia de un arrogante, de un fanáticos o de un estúpido, no me parece propia de ti, profesor. -Dijo un alumno.
-Pues es mía y en estos momentos es lo que realmente creo, y si sois sinceros con vosotros mismos, ¿quién es el que en estos momentos no cree lo mismo respecto a sus creencias, por ejemplo tú que no has dudado ni un instante en opinar con tanta rotundidad sobre mi frase?.-Dijo el viejo profesor, el cual les dio unos instantes para reflexionar y le dijo al alumno que había intervenido:
-Tienes razón en lo que has dicho, siempre y cuando se aplique a las personas que no evolucionan, a las personas que se aferran a sus creencias. Pero yo no me aferro durante mucho tiempo, mi rueda del aprendizaje sigue girando, y esto me lleva a la siguiente frase:
Seguiré explorando, caminando, observando.
Y cuando descanse mi rueda seguirá girando y entonces podré escribir lo siguiente:
Ahondaré a través de mi soledad serena.
Y tras ahondar, escribiré lo siguiente:
He comprendido algo nuevo, y sobre la base de mis nuevas comprensiones, en este instante estoy en posesión de la verdad.
-Veréis, la conciencia es la que comprende, y también es la que permite que podamos vivir en armonía con lo comprendido, pero la conciencia se manifiesta a través de la mente, y la mente sigue ese proceso. La mente necesita sentirse segura, equilibrada, y para ello recurre a creer que en cada momento está en posesión de la verdad pues la duda permanente le produce incerteza y desequilibrios, pero la vida sigue, y la conciencia sigue mandando su comprensión a la mente. Quien se abre a su conciencia aprende, quien se aferra a sus creencias como quien se aferra a un salvavidas, ese es el arrogante, el fanático, el estúpido. -Concluyó el viejo profesor.
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