lunes, 9 de enero de 2017

SENCILLEZ, SOLEDAD, SERENIDAD



      Nuestra sociedad es una sociedad cuyas reglas del juego están dictadas por la profunda e insalvable contradicción entre los deseos y la moralidad, dominada por unos poderosos que escogen a sus ayudantes solamente entre los mediocres, y donde los mediocres de todos los ámbitos de la sociedad son los cómplices y los mejores apoyos de los poderosos.

  Donde los placeres consumistas y las comodidades materiales están destruyendo el medio ambiente, ese medio que es nuestra única casa, donde la ambición produce locuras y admiradores, donde todas las creencias producen tantos fanáticos.

 Donde el mundo emocional produce más enfermos que sanos y más insatisfechos y frustrados que alegres, donde lo grande, los profundo y lo creativo quedan ahogados por la estupidez de las modas y de las banalidades, donde los cambios reales y las mejoras solamente surgen de las tragedias, y donde el mayor número de seguidores se da en las aficiones deportivas.

  A quien no comparta ninguno de estos aspectos dominantes le resultará difícil, o imposible, escapar a las consecuencias dolorosas de estos aspectos, pero tiene la posibilidad de no dejarse arrastrar por ellos, (y quien no se deje arrastrar no los alimentará, sino que quitará un poco de leña a ese fuego destructivo). Esa posibilidad está en la vida sencilla, en la soledad buscada y convertida en libertad interior, y en la serenidad.

  Quien así viva tendrá la posibilidad de vivir una vida de libertad interior, una vida de fidelidad a su propia esencia y de armonía con la Naturaleza. Esa vida dará frutos, los cuales podrán ser compartidos gustosamente por quienes se acerquen a probarlos, y todo fruto así compartido siempre produce semillas fértiles.


No hay comentarios:

Publicar un comentario