En las relaciones con los demás, la mayor parte de nuestra atención y de nuestro tiempo lo dedicamos a los aspectos conflictivos, amorosos o amistosos, y a las luchas por escapar del poder y del control de los demás o por imponer el nuestro. Todas estas relaciones se producen a través de nuestro ego y del de los demás.
Esto nos hace olvidar el aspecto que más importancia debería tener para nosotros: Que nuestra verdadera naturaleza no es nuestro ego, que lo auténtico de nosotros es que somos gotas de energía que estamos influyendo continuamente sobre los demás y absorbiendo las energías afines que los demás desprenden. Se trata de la energía de nuestra verdadera esencia reflejada en nuestra conciencia, esa conciencia con la que nacimos y que seguimos desarrollando.
Tomar conciencia de esto debería servirnos para prestar atención a lo que realmente somos y a las energías que desprenden las esencias y las conciencias de los demás, y poder así empezar a liberarnos de la tiranía de nuestro ego, de ese ego competitivo, conflictivo, miedoso, victimista o dominado por el deseo de brillar más que los demás.
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