lunes, 2 de enero de 2017

ESPIRAL POSITIVA


   En nuestras relaciones con los demás, cuando somos simpáticos con ellos, casi siempre somos recompensados con simpatía. Y lo mismo ocurre cuando somos respetuosos, amables, bondadosos, generosos, amistosos y amorosos, de tal manera que se produce una espiral positiva, pues ellos y nosotros, cuando somos recompensados por una actitudes, tendemos a reforzarla. 

   Si esto es así, y mucha gente cree que este es el mejor camino y se esfuerza por practicarlo, entonces ¿por qué se producen los conflictos y las espirales negativas asociadas a ellos?

   Cuando pedimos respeto por nuestra libertad  por los derechos que nos conceden las leyes y los valores morales dominantes, dejamos de ser respetado por aquellos para los que este respeto significa una pérdida de algún placer o alguna satisfacción. Puede que, por diversos motivos, se sientan  obligados a respetarnos, pero no nos respetarán interiormente y dejarán de tener sentimientos positivos hacia nosotros. Y recordemos, que vista la situación por los demás, nosotros somos los demás.

  Por otro lado, la espiral positiva se rompe también cuando en los demás o en nosotros domina el deseo de conseguir algo en lo que los demás estén involucrados. Ese deseo impedirá que nazca la espiral positiva y dará lugar a la ambición cazadora. 

   Hay quien cree que los problemas de las relaciones con los demás se deben a eso que ellos llaman egoísmo, así como a la falta de amor y de valores morales. De hecho, esta es la creencia dominante entre las personas que a sí mismas se consideran honestas. 

   Pero la moralidad y la ética nunca son un buen método para analizar la realidad. Para cualquier persona, lo más importante es conseguir sus placeres, sus satisfacciones y su bienestar, y para conseguirlo se abren tres grandes caminos: 

  * El de conseguir lo que se desea. 

  * Algunas personas religiosas, moralistas o idealistas, siguen sus propios caminos de ayudar a los demás. Pero esos caminos siempre conllevan el deseo de que las cosas sean de una manera determinada, y eso produce conflictos con quienes tienen deseos diferentes. 

 * El camino de buscar la libertad, pero no esa libertad que todo el mundo busca para que le sirva de medio para conseguir sus deseos, sino la libertad del árbol que busca suelo para sus raíces y espacio para que le llegue la luz del sol, la libertad del pájaro que busca aire y cielo para volar, es decir, la libertad de poder vivir de acuerdo con lo más profundo de nosotros mismos y de buscar nuestra plenitud interior.  


   Este camino no provoca daños a los demás, no provoca conflictos con ellos, no provoca el nacimiento de la ambición cazadora. Pero es el menos valorado y el menos seguido, pues para la mayoría de las personas lo más importante es conseguir sus deseos. Como las luchas por conseguir los deseos son las que generan los conflictos y las espirales negativas asociadas a ellos, lo segundo que más valora la mayoría de la gente son las actitudes bondadosas, generosas y amorosas, es decir, la ayuda caritativa de los demás para solucionar sus problemas y acabar con su dolor. 

  Así, al libre, que no ha creado conflictos ni provocado daños, ni ha producido dolor, se le exigen esas actitudes positivas, es decir, se le exige que pierda su libertad, y no se le perdona ni no cede a estas exigencias cargadas de derecho moral, y además, ni se le admira ni se le ama por ser libre. 

   Esto es lo que hay, estas son las reglas del juego de nuestra sociedad, que cada cual juegue al juego que mejor le parezca, y que cada cual tenga la madurez suficiente como para aceptar las consecuencias del juego que ha decidido jugar, y no se dedique a la actitud infantil de culpar de todo a los demás. 

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