domingo, 3 de mayo de 2020
FLORES: VER SU REALIDAD
Valoramos a las flores por lo bellas que nos parecen y por su aroma. Y no pensamos que su función no es que nos gusten a nosotros, sino que sientan atraídos los insectos. Qué insulto para nuestro orgullo que algo tan bello y tan placentero no esté hecho para satisfacernos a nosotros sino a esos seres que, salvo las mariposas y las abejas, nos parecen feo, repugnantes, peligrosos, odiosos, desprciables, molestos.... Y claro, no nos fijamos en esta realidad.
Las flores tienen como misión dar frutos y semillas, todo orientado a que las plantas se reproduzcan. Pero al dar frutos y semillas, las plantas sirven de alimento a infinidad de seres, entre ellos a nosotros. Pero esto tampoco lo vemos cuando sólo nos dejamos guiar por su belleza y por su aroma.
Cuando de la flor empieza a desarrollarse el fruto, ésta se aja y acaba por caer al suelo donde servirá como nutriente para otras plantas. Pero nosotros cuando se aja y cae la vemos fea, es decir, no vemos la belleza de este gran acto de amor por parte de la planta, eso sí, cuando la flor es bella la arrancamos, a veces matamos a la planta, para ofrecerla como símbolo de amor a nuestros seres queridos.
La flor vive para dar vida, y cuando la vida surge su misión está cumplida, y entonces, tras realizar su misión la olvida, y así está en armonía con el Tao.
También el Maestro, el Sabio, está en armonía con el Tao, y Lao Tse nos dice:
"El Maestro tiene, pero no posee;
actúa, mas no espera nada.
cuando su obra termina, la olvida;
por eso es imperecedera."
(Tao Te King. Cap. 2)
No olvidemos que la obra de la flor son los frutos, y que éstos a través de sus semillas hacen que la vida sea imperecedera.
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