Pero el Hombre es un ser social, y para sobrevivir y para convivir, necesita un grado de paz. El Hombre, como ser individual, para estar equilibrado y para no romperse internamente, necesita un grado de paz. Y también necesita un grado de paz para cultivar y para desarrollar lo que lleva dentro.
Para alcanzar la paz, el Hombre ha desarrollado dos caminos, los cuales se encuentran, tanto en las diferentes normas con las que las sociedades y los grupos se dotan, como en las tradiciones religiosas, filosóficas y espirituales:
*Aumentar el amor y la moralidad.
*Reducir las necesidades y los deseos.
En su vida cotidiana y en las situaciones extraordinarias, cada individuo recurre, en mayor o en menor medida, a éstos dos caminos, pero para ello tiene que luchar interiormente:
*Por un lado están sus necesidades, deseos y creencias.
*Y por el otro, todo aquello que requiere la pacífica convivencia.
Y lo que vence no es siempre lo que individuo quiere, ni lo que la convivencia requiere.
Entre tantas luchas, al individuo le queda poca energía y poca serenidad para comprender las razones de sus conflictos externos e internos, pero las tensiones producen una transformadora energía que, poco a poco, eleva su nivel de conciencia. Junto a ésto está la energía irreflexiva que las derrotas y la edad le quitan. Y así, el Hombre, poco a poco aumenta la sabiduría de su interior y la de la convivencia.
Los conflictos aumentan cuando las ilusiones y las creencias, hacen sombra a las realidades, y hacen brillar a las necesidades, a las posibilidades, a los derechos, a los merecimientos.
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