Siempre la confiada espera,
de la fertilidad que alimenta,
y que siendo generosa se renueva,
dejando sus semillas a la Madre Tierra.
Frutos, hijos a los que la Madre sustenta,
que bajo el Sol lucen y prosperan,
a los que el Aire alienta,
y a los que el Agua sacia y riega.
Cuando los frutos maduran,
un ciclo acaba y otro comienza,
pero permanecen la energía, la materia,
la vida, el flujo y la esencia.
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