Niebla y nieblas, las comunes a todos y las particulares de cada uno.
Las que solemos ver fuera, y así no vemos que las llevamos dentro, como parte de nuestras emociones y pensamientos.
Son grises y también son blancas, y ambas por igual hacen que nos perdamos, que confundamos a los oasis con los espejismos, y a los atajos con sencillez de los caminos.
A veces son frías, como la ceniza del deseo frustrado, como la soledad de no sentirnos comprendidos y amados.
Las que tantas veces nos cubren comoo sábanas cálidad mientras soñamos, y de las que, cuando despertamos, emergemos más libres y con la mirada más serena y más sabia.
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