martes, 20 de octubre de 2020

DOS COMPLEJIDADES SEPARADAS

 


     Por un lado tenemos todo el conjunto de grandes conceptos sobre el mundo, los cuales ha ido creando el Ser Humano desde hace miles de años, y tenemos todo lo que el Hombre ha ido descubriendo. Estos conceptos y descubrimientos están recogidos en todas las tradiciones de sabiduría, en todas las corrientes del pensamiento filósofico y profundo, en la sabiduría de los grandes sabios, en todos los descubrimientos científicos. Junto a todo esto están todas las preguntas cuyas respuestas no son aceptadas por todos, y están todos los grandes conceptos que aún no comprendemos, y está todo lo que ignoramos. Como son tantos estos grandes conceptos así como tantas las preguntas y tanto lo ignorado, y como hay tantas visiones respecto a ellos, el resultado es que estamos ante un mundo extraordinariamente complejo. 



  Por otro lado tenemos una visión del mundo reducida únicamente a las relaciones sociales y personales, reducida a eso que podríamos llamar "ganarse la vida", a conseguir unos cuantos placeres, a solucionar los problemas que lo anterior nos produce, y sobre todo, a unas emociones que, mezcladas con unos conceptos morales que cada cual adapta a sus propios deseos y creencias, han dado como resutlado unoso sentimientos y unoso pensamientos extraordinariamente complejos y que nos producen una gran agitación, muchas perturbaciones y mucho consumo de energía. 

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   Unas veces estas dos complejidades se dan la espalda. Otras veces se estorban y se perturban. Cada una tiene noticias de la otra, a veces piensan sobre ella, pero después ambas vuelven a su propio mundo de complejidades. 


   ¿Se puede tener una visión global de ambas complejidades y comprender que ambas forman parte de un sólo mundo natural, y por lo tanto sencillo, en el que todo está directamente conectado y relacionado? 


  La única posibilidad de tener esta visión pasa por la sencillez, por la serenidad y por el tiempo. Sencillez en los conceptos, en los pensamientos, sencillez en las las emociones y en lo valores morales, sencillez a la hora de vivir. Esta sencillez es la única que puede serenarnos, y sólo de la serenidad nace la sabiduría necesaria para comprender la verdadera realidad de las cosas, lo demás es cosa del tiempo, pues toda comprensón, toda sabiduría, requiere su tiempo. 

 

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