martes, 30 de octubre de 2018

OASIS


      Aquella madrugada, en el oasis de su habitación y de su cama, Caminante estaba despierto y reflexivo. Se le ocurrió comparar su camino espiritual con caminar por el desierto de una sociedad contraria a toda espiritualidad, por el desierto de una sociedad que caminaba orientada por una brújula rota, con mapas falsos y con conductores ambiciosos, seductores y farsantes que sólo vendían humo pero que lo disfrazaban hábilmente de coloridas ilusiones y esperanzas. 

  Y pensó en que en ese desierto encontraba oasis: Los oasis que le ofrecía la contemplación de todos los aspectos de la Naturaleza, los oasis de los placeres sencillos y de los regalos inesperados que a veces la vida le daba, los oasis que le facilitaba su mundo interior y los pasos que daba hacia su horizonte, los oasis de la compañía de aquellos que se alegraban de verle y compartir cosas con él, los oasis de su relación con personas afines, los oasis de aquellas personas que no compartían los valores dominantes, de aquellas personas con rasgos de grandeza, con actitudes críticas y a la vez profundas y serenas, los oasis de los buscadores de alternativas y de caminantes como él. 

  Oasis con manantiales de agua fresca, con brisas suaves y cálidas, con rumores de viento en las hojas de los árboles, con rumores de agua en los arroyos, con el olor a tierra mojada y a plantas aromáticas..., oasis le fueron produciendo sueño y que acabaron por dormirle para estar despierto cuando saliera el sol y volviera el alba y sus luces, sonidos y energías. 



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