miércoles, 17 de octubre de 2018
HACER Y ARMONIZAR
Aquel día, Caminante se sentía con el ánimo bajo, sentía su soledad como algo gris, frío e insípido, y no sabía el por qué de todo eso pues no tenía ningún problema concreto y la mañana era soleada y agradable. Y automáticamente se le ocurrió que tenía que hacer algo para combatir su insatisfacción difusa y su incapacidad para sentir placer con lo que le rodeaba y con su mundo interior. ¿Pero hacer qué? Y se le ocurrieron muchas cosas, pero todas las iba rechazando pues sabía que ninguna le levantaría el ánimo, unas porque sabía que contenían poco placer, otras porque sabía que eran puro artificio y que después vendría la factura en dolor.
Ante esto reflexionó y fue viendo que dentro de sí mismo existía un impulso para hacer: Hacer para conseguir placeres y para acabar con su aburrimiento, hacer para desarrollar sus propios potenciales naturales, hacer para dar un uso a la energía que en su interior le impulsaba a la acción.
Y también vio como en la sociedad todo se basaba en el hacer: Hacer para ganarse la vida, hacer estimulados y presionados por los demás, hacer para conseguir lo deseado y evitar lo temido, hacer para solucionar problemas, hacer para sentirse amado, hacer para satisfacer los sueños.
Hacer, siempre hacer, un hacer que se volvía un obstáculo para la armonía, por un lado porque la mayoría de lo que se hacía era contrario al natural fluir de las cosas, y por otro lado porque las satisfacciones que producía nunca acababan de resultar suficientes, o creaba problemas y fuentes de dolor. Y sin embargo, el haberse liberado de tanto de hacer, a él esa mañana no le producía el bienestar y la alegría que deseaba.
Volvió a tomar conciencia de que con el trabajo necesario para ganarse la vida y con el fluir natural de las cosas, teníamos teníamos lo necesario, pero esta reflexión no le resultaba suficiente, pues dentro de él bullía una energía a la que no sabía dar un uso armónico, entre otras cosas, porque permitir que lo natural fluyera no necesitaba de ninguna energía y desarrollar sus potenciales naturales requería mucha menos energía de la que tenía esa mañana. Pensó que como había vivido una vida en la que había usado tanto la energía para hacer cosas, se ha había acostumbrado tanto a usar esa energía y a pedírsela a su mente y a su cuerpo, que ahora la energía seguía brotando sola y no sabía que hacer con ella. O tal vez era que la energía que tenía era la natural, pero que él no sabía como usar para conseguir satisfacciones armónicas.
Y pensó: Soy afortunado de tener lo que tengo, pues tengo libertad e interés por seguir caminando, tengo salud y puedo cubrir mis necesidades materiales. Creo que esto es una tensión, un obstáculo, y creo que la vida y mi camino me irán proporcionando la comprensión necesaria para aceptar como algo natural este estado de ánimo, además, creo que el fluir natural me traerá satisfacciones y alegrías que me resultarán suficientes.
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