*Por un lado, las creencias nos permiten evadirnos de la realidad, lo cual, momentáneamente, reduce nuestros miedos y dolor.
*Por otro lado, nos ofrecen esperanzas de poder cambiar la realidad para conseguir que sea como la deseamos, lo cual nos ofrece alegrías y satisfacciones.
*Los aspectos anteriores nos permiten soportar grandes intensidades de dolor y de insatisfacción, lo cual nos permite intervalos de bajo dolor, incluso de placeres y alegrías.
Todo lo anterior requiere la siguiente reflexión:
*¿Cómo se disfrazan nuestras creencias para hacernos creer que son la verdad?
*¿En qué pruebas se basan nuestras verdades?
*¿Qué hacemos para defenderlas y para imponerlas?
*¿Qué hacemos contra las creencias opuestas?
Solemos creer que necesitamos conocer la realidad de las cosas, pero esa realidad nos resulta imposible conocerla al completo, pues siempre hay un misterio que no podemos conocer.
Sin embargo, con lo que conocemos de la realidad tenemos suficiente. El problema que tenemos es aceptar la realidad que conocemos, y ese problema nos lo causa el poder de nuestras creencias.
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