Con frecuencia sentimos el impulso de culminar tramos posibles de nuestro camino, y de completar aspectos posibles que vemos incompletos, y sentimos la certeza de que cuando hayamos culminado y completado, nos sentiremos descansados, satisfechos, serenos.
Con frecuencia esas certezas se cumplen. Pero al cabo de un tiempo vuelve el impulso de culminar y de completar.
Y así vivimos, así caminamos, así evolucionamos. Aunque ésto a veces se ve perturbado por las vanidades o por otras ilusiones que se cruzan en nuestro camino.
Ésta misma dinámica se produce cuando sentimos que tenemos deberes morales posibles que cumplir y los vamos cumpliendo, aunque ésto a veces se ve perturbado por sentimientos de culpa, o por la búsqueda de admiraciones, de premios y de ser amados.
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