-A vesces sí que podemos hacer cosas que deseamos. ¿Qué puedes decirnos al respecto, Maestro?
-Preguntó un discípulo.
-Tengo unas preguntas para vosotros, y creo que las respuestas que os déis a vosotros mismos os serán más útiles que cualquier opinión que pueda daros:
*¿De dónde proceden las capacidades de cada uno para poder hacer lo deseado?
*¿Qué espera conseguir cada uno haciéndolo?
*¿Sóis conscientes de las consecuencias que producirá el hacerlo?
*A veces no hacéis lo que podéis hacer ¿A qué se debe?
Esta vez fueron todos los discípulos los que guardaron silencio, y el Maestro les imitó.
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-Imagina, Maestro, que te ofrecieran poderes para hacer aquellas cosas que deseas hacer y que además no tendrías que pagar ningún precioi por ello. ¿Qué cosas harías? -Preguntó una discípula.
-Rechazar esos poderes. -Contestó el Maestro escuetamente.
-¿Por qué los rechazarías? -Preguntó la misma discípula.
-Mis razones para rechazarlos las dejo a tu reflexión. Sin embargo, lo que realmente debería importante son las tuyas a la hora de buscar poderes. Por otra parte, como no tienes todo el poder que te gustaría tener, te sería muy útil comprender a fondo el papel que juegan en tu vida los límites con los que te encuentras. -Contestó el Maestro con una sonrisa amable y guardó silencio.
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