-Maestro, cuando miro a mi alrededor siempre veo a unas personas intentando convencer a otras, simpre veo a personas que me intentas convencer de algo.
-Dijo una discípula.
-Quien necesita o pretende algo de los demás, tiene que convencerles para que se lo faciliten o se lo den. -Dijo el Maestro.
-Veo infinidad de maneras de intentar convencer a los demás, ¿Por qué se recurre a tantas maneras?
-Preguntó la misma discípula.
-Porque quien intenta convencer a los demás se encuentra con que los demás son diferentes, y así el que intenta convencer siempre tiene que adaptarse a lo que cree que son los demás. Por otra parte, cuando una manera de convencer fracasa, quien intenta convencer busca otra manera, y así perduran todas que tienen algún tipo de éxito. Es decir, las actitudes de aquellos a los que se pretende convencer, son las que determinan las maneras que usan los que pretenden convencerles. -Contestó el Maestro.
-Todo esto me parece muy complejo, muy complicado. -Dijo la misma discípula.
-Tan complejo y tan complicado como sean aquellas personas a las que se quiera convencer. Sin embargo, quien pretende convencer siempre ofrece aquello que cree que los demás consideran como bueno, o lo que es lo mismo, aquello que los demás creen que les evitará el dolor y les producirá placer. -Dijo el Maestro.
-Pero la gente también quiere la verdad. -Objetó la misma discípula.
-La verdad la buscamos de forma inversamente proporcional a lo que necesitamos o a lo que deseamos. Cuantas más cosas necesitamos o deseamos, más nos importa lo bueno, y mientras creamos que es bueno no nos importa que sea cierto. Cuantas menos cosas necesitamos o deseamos, más buscamos la verdad, pues pensamos o intuimos que sólo en ella se encuentran las plenitudes, la liberación, la armonía. -Dijo el Maestro.
-Creo que te olvidas de que muchas personas cuando quieren convencer a los demás lo hacen solamente por el amor que siente por ellos sin buscar nada para sí mismas. -Objetó la misma discípula.
-A veces es así, y a veces hay personas que debido al amor que sienten por los demás no intentan convencerles de nada ni imponerles nada, pero quiero que te hagas las siguientes preguntas: ¿Sabrías dintinguir dentro de ti misma cual es el peso que tienen tus deseos de conseguir cosas para ti, el peso que tienen tus deseos de que el mundo esté hecho a la medida de tus creencias, y cual es el peso que tiene el amor que sientes por los demás?. Yo por mi parte todavía no soy capaz de hacer estas distinciones dentro de mi mismo. -Dijo el Maestro, y viendo que la discípula guardaba un silencio reflexivo, él también guardó silencio, pues prefería que la discípula hiciera sus propias reflexiones y no cargarla con más argumentos que la discípula percibiría como intentos de convencerla y que se resistiría a ellos.
Mientras lo más importante sea conseguir lo deseado, mientras alguien necesite o desee algo de los demás, y mientras alguien pueda conceder lo que los demás necesitan o desean, todos ellos intentarán convencerse los unos a los otros, y lo harán con los argumentos que su inteligencia y su nivel de conciencia les facilten, y el más hábil a la hora de convencer será el que impondrá sus condiciones a los demás.
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