jueves, 1 de febrero de 2018

IGUALES, DIFERENTES Y UNIFORMES





   Todos los seres humanos estamos hechos de la misma materia, animados por la misma energía y regidos por las mismas leyes del Universo y de la Naturaleza. Tenemos un cuerpo, un cerebro, una mente, una psique, un sistema emocional y unos niveles de conciencia en los cuales son muchísimas más las cosas que tenemos iguales que aquellas que son diferentes. 

   Pese a todo esto, nuestro ego le da muchísima más importancia a aquellos aspectos o detalles que tenemos un poco diferentes a los demás que a los que tenemos en común. De hecho, basamos nuestra identidad en aquello en lo que somos diferentes a los demás, y nunca la basamos en aquello que tenemos en común. 

   Somos diferentes unos de otros debido a pequeñas diferencias, y por otro lado, necesitamos libertad, necesitamos nuestro propio espacio, y necesitamos un tiempo de soledad, para así cultivar y desarrollar tanto todo aquello que tenemos en común, como aquellos aspectos en los que somos diferentes a los demás, mostrarnos así ante ellos y ser respetados.

   De nuestra necesidad de desarrollar nuestros aspectos diferentes y de que los demás los respeten, podemos pasar fácilmente a tener unos fuertes deseos de imponer nuestros aspectos particulares a los demás, de que todos adopten de manera UNIFORME nuestra propia visión. En resumen, queremos imponer nuestras peculiaridades al resto de la sociedad, y no sólo lo hacemos porque esa visión es con la que nos identificamos, sino porque consideramos que es la más acertada, y por lo tanto la mejor, que es superior a las visiones de los demás. 

   A veces, personas con una visión similar se asocian en diferentes tipos de organización o de movimiento social y político, y en nombre de conseguir lo que ellos consideran que son sus necesidades y sus derechos se dedican a luchar por ellos, y fácilmente traspasan ese umbral y pretenden que toda la sociedad se rija por su propia y particular visión de las cosas. Si esto se une con la ambición de unos pocos hábiles manipuladores interesados sólo en su propio provecho, surgen las diferentes luchas políticas y sociales que vemos en nuestra sociedad y en el mundo. 

  En cada sociedad concreta nos regimos por las mismas leyes, por las mismas normas sociales y morales, las cuales pueden ser útiles para la convivencia, y de hecho a veces son la única posibilidad de convivencia pacífica, pero esas leyes y esas normas no siempre respetan los aspectos diferentes del individuo, y nunca se basan en aquellos aspectos que todos tenemos en común, sino que se basan en la visión de los poderosos y de sus seguidores, y de esta manera la igualdad que pueda haber en nuestra sociedad es solamente la uniformidad impuesta por los poderosos y por sus seguidores. 

   Es mucho más lo que tenemos en común que lo que tenemos diferente, y lo que tenemos en común nos hace parecer iguales. Pero lo igual significa para nosotros que unas cosas no destacan sobre otras, que unas cosas no son más importantes que otras, así, para no parecer iguales y comunes, nuestro ego cree que somos bellas torres que destacan sobre la mediocridad de los demás. 

   Esta dinámica de las cosas se debilita o desaparece solamente en la medida en la que pretendamos vivir una vida sencilla en soledad o con nuestros seres queridos y personas afines a nosotros, en la medida en la que pongamos la mayor parte de nuestras energías en cultivar nuestro mundo interior, en la medida en la que en vez de buscar conseguir nuestros deseos busquemos liberarnos de ellos, es decir, busquemos la armonía con el fluir natural de las cosas. 

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