martes, 11 de abril de 2017

UN MUNDO SIN MIEDOS EMOCIONALES



    A la semana siguiente, Pedro volvió a ver a Merlín y le dijo: 

  -Quiero que me envíes a un mundo en el que existan los miedos físicos, pero no los emocionales. 

  Merlín aceptó y Pedro se encontró paseando por un pueblecito, limpio, cuidado, pero sin signos de pobreza ni de riqueza. Pero lo que atrajo la atención de Pedro fue el aspecto de la gente: Nadie mostraba ningún signo de sufrimiento, y además, les notó totalmente libres. Llegó a la plaza y vio a una mujer sentada en un banco, disfrutando del sol y de la temperatura agradable. Se acercó a ella y empezó a preguntarle por su secreto. 

  -Para llegar a no tener miedos emocionales tuvimos que ser capaces de que no nos importara la soledad, de que no nos importara sentirnos queridos. -Respondió la mujer. 

  -¿Sólo eso?, ya se que es difícil de conseguir, pero ¿sólo eso?. -Preguntó Pedro con escepticismo.

 -No, no fue sólo eso. Primero tuvimos que perder el miedo a lo natural, y con la pérdida de ese miedo dejamos de desear cosas que realmente no son necesarias, aprendimos a colaborar para conseguir lo necesario, y así nadie hizo daño a nadie, y en caso de necesidad siempre hay alguien que ayuda al necesitado, sin miedo a los demás y confiando en ellos no existen los miedos emocionales. -Contestó la mujer.

  -O sea, que según usted, el origen de los miedos emocionales reside en el miedo físico al devenir natural de la vida. ¿Es así?. -Preguntó Pedro. 

  -Sí, así es. Respondió la mujer. 

  En esos momentos, Pedro se despertó y Merlín le preguntó: 

  -¿Cómo ha ido la experiencia?

 -He comprendido los principios teóricos de por qué tengo mis miedos, ahora sólo me falta ser capaz de acabar con ellos. ¿Tu no conocerás un poder mágico para ello?. -Preguntó Pedro. 

  -No, no lo conozco porque no existe, sólo existe el camino de la comprensión espiritual, pero para ello, lo primero es que pierdas tu escepticismo y no te refugies en ninguna creencia ni busques técnicas, pues ambas te ofrecen acabar con tus miedos a cambio de confiar en ellas, pero te hacen esclavo de tus deseos de no tener miedos. -Concluyó Merlín.

  -Puede que sea como tu dices, pero no me convences. -Replicó Pedro.  


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