miércoles, 19 de abril de 2017

UN MUNDO EXPERIMENTAL


   Clara fue a ver a Merlín, y en tono de tristeza y de indignación, le dijo: 

  -Quiero que me mandes a un mundo sin rebaños y sin pastores, a ver si al menos por un tiempo, me libero de la angustia que me producen todos ellos. 

  Merlín le dijo que sí, y acto seguido Clara se encontró paseando por un pequeño pueblo costero situado en una isla de dimensiones reducidas. Llegó a la plaza y pronto entabló conversación con un hombre de  mediana edad y de aspecto sencillo y sereno, el cual se ofreció amablemente a explicarle la historia de aquella isla. 

  -Tras la Segunda Guerra Mundial, un filósofo al que aquí llamamos el Profesor, le presentó a las Naciones Unidas un proyecto para construir un mundo en paz. Como los horrores de aquella guerra fueron tantos, y como los políticos de todo el mundo se llenaban la boca de paz, la ONU lo aprobó con el consentimiento de todos países, y el Profesor fue dotado de un reglamento de  leyes y de normas y de una pequeña fuerza policial. -Dijo el hombre, el cual temiendo resultar pesado hizo una pausa. 

  -Siga por favor, que esto me resulta muy interesante. -Pidió Clara, y el hombre continuó:

 -Se presentaron voluntarios animados por tan bellos ideales, pero el Profesor pronto se dio cuenta de cuales iban a ser los problemas: Los deseos de lo no necesario y las creencias. 

 -¿Todos los deseos de lo necesario y todas las creencias? -Preguntó Clara incrédula.

 -Sí, todos. -Respondió el hombre. 

 -¿Y qué hizo el Profesor? -Preguntó Clara intrigada. 

  -Su primera medida fue hacer una selección de los voluntarios. Se quedó sólo con los que apreciaban más libertad que conseguir sus deseos y expulsó a todos los demás, y sabe, fueron más los expulsados que los que se quedaron. -Dijo el hombre, el cual, animado por Clara continuó:

  -La segunda medida tardó más tiempo en llegar, pues lo que se quedaron, al valorar más su libertad que sus deseos no daban lugar a ningún tipo de conflicto. Pero la mayoría traían con ellos diversas creencias, y al cabo de un tiempo cada cual quería imponerlas. -El hombre hizo una pausa para buscar las palabras más adecuadas, y Clara, impaciente, aprovechó preguntarle:

  -¿Y qué hizo el Profesor?

 -Expulsar a todos los creyentes, con lo cual se quedó con una pequeña minoría. -Concluyó el hombre. 

 -Este Profesor debía de ser una persona admirable, ¿No? -Dijo Clara.

 -Él cuenta en sus memorias que se sintió fracasado ante los que preferían sus deseos a la libertad y ante los creyentes, y eso le produjo la tentación de ejercer su poder  de manera autoritaria, y que para no hacerlo optó por la expulsión. Consiguió que la isla funcionara bien, pero hoy somos muy pocos y vivimos en el olvido. -Contestó el hombre. 

 -Creo que es por ser pocos y por vivir en el olvido por lo que el experimento funciona bien. -Dijo Clara. 

  -Y por la sabiduría de nuestra actual presidenta. Gobierna muy bien la isla, pero nadie sabe como lo hace, y nadie nota su gobierno. -Dijo el hombre con cariño. 

 -¿Pero algo hará? -Preguntó Clara incrédula. 

 -Se limita a vivir como los demás, eso es todo. -Respondió el hombre, y en esos momentos Clara se despertó. 

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