viernes, 7 de abril de 2017

UN MUNDO INDIVIDUALISTA



   Fernando fue a ver a Merlín y le dijo: 

  -Tengo muchas dudas respecto a qué es lo que funcionaría mejor, si un mundo de individualistas o un mundo basado en la plena colaboración de la gente. Por eso quiero que me mandes a esos dos mundos, primero al individualista. 

  Merlín accedió, y de pronto Fernando se encontró en una pequeña ciudad, pero aunque en apariencia era como otras que conocía, en ella había algo de caótico, y sobre todo, allí no había ninguna uniformidad, especialmente en el aspecto exterior de la gente. 

  -Veo que está usted sorprendido -Le dijo un hombre, que a Fernando le pareció el menos "raro" de cuantos veía por la calle. 

  -Pues la verdad es que sí. ¿Cómo consiguen ustedes que con tanta diversidad de personas la ciudad funcione?, porque supongo que aquí la gente no sólo es diferente en su apariencia, sino en su forma de ser. -Le dijo Fernando. 

  -Efectivamente, es así. Realmente las cosas funcionan debido a que se imponen las leyes generales del país. Esto es un experimento de nuestro gobierno. Aquí vienen a vivir, siempre voluntariamente, personas que usted consideraría como extravagantes, excéntricos, raros, locos, incomprendidos, etc. -Le dijo el hombre. 

 -¿Y qué pretende su gobierno con este experimento? -Preguntó Fernando. 

  -Dos cosas, una es la oficial, y otra es la inconfesable. La oficial es que esperan que de tanta diversidad de personas viviendo libres y por lo tanto creativamente, salgan aportaciones valiosas para el conjunto del país. La inconfesable es que así se quitan de en medio a la gente molesta, a la que dice verdades incómodas, y a la potencialmente conflictiva. 

  -¿Y cuales son las relaciones entre la gente? 
  -Preguntó Fernando. 

  -Conflictivas pero pacíficas. Le explico, son conflictivas porque nadie está de acuerdo con nadie y nadie admira a nadie, aquí cada cual se admira sólo a sí mismo. Son pacíficas porque nuestros conflictos siempre se canalizan en el debate, y aquí lo que más nos gusta es debatir, pero nadie se mete en la vida personal de nadie, y no hemos tenido más remedio que aprender a tolerarnos. Eso sí, todos somos muy libres y usted no verá en nosotros esas actitudes egoístas que son tan habituales en su mundo. Por otro lado, como somos tan diferentes, lo que cada cual necesita siempre hay alguien que lo aporta libremente. 
  -Concluyó el hombre.  

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