martes, 25 de abril de 2017
¿QUÉ ES LO QUE PODEMOS CONOCER DE NOSOTROS MISMOS?
-Cuando hablamos de conocernos a nosotros mismos, ¿Qué es lo que realmente podemos conocer? -Le preguntó María a Merlín.
-Podríamos empezar por conocer nuestro propio cuerpo, sin embargo, ni la medicina ni el resto de las ciencias lo conocen al completo, a aún es menos lo que conocen del cerebro. -Contestó Merlín.
-Eso ya lo sé, pero aunque pudiéramos conocer el cuerpo y el cerebro al completo, ¿Tú crees que eso haría cambiar la visión que tenemos de nosotros mismos?. Yo no lo creo. Creo que nos identificamos con nuestro rostro, con la parte visible de nuestro cuerpo, incluso con nuestra forma de vestir y nuestro aspecto en general, con nuestro ego, con nuestras emociones, con nuestras creencias y con nuestros valores morales. -Dijo María.
-Estoy de acuerdo contigo, aunque también nos identificamos con nuestra conciencia, sobre todo con la conciencia moral, con la conciencia que hay más allá de la moralidad ya nos cuesta un poco más. -dijo Merlín.
-La ciencia dice que estamos hechos de la misma materia-energía que el Universo, y desde hace milenios eso también lo saben todas las tradiciones místicas, sin embargo, saberlo es una cosa y ser conscientes es otra. -Argumentó María.
-Vuelvo a estar de acuerdo contigo. Cuando se supo que la Tierra era esférica y que giraba en torno al Sol, los científicos y muchos filósofos lo consideraron una gran revolución, pero eso no afectó a la conciencia que la mayoría de la gente tiene sobre sí misma e incluso sobre su lugar en el mundo. En realidad, la visión que tenemos sobre nosotros no está afectada por los descubrimientos de la ciencia, ni por lo que nuestra mente sabe, ni por lo que nos dicen todas las sabidurías tradicionales. Estamos aferrados a nuestro ego, a nuestras emociones y creencias, y como consecuencia de ello, la mayor parte de nuestro tiempo y de nuestra energía la dedicamos a nuestros deseos, a nuestras preocupaciones y problemas, y si nos sobra algo lo dedicamos a disfrutar de nuestros placeres. -Dijo Merlín.
-¿Cuál es nuestra verdadera naturaleza? -Preguntó María.
-Eso depende de la creencia de cada uno. Los científicos ateos tienen una visión, los científicos que tienen creencias religiosas o espirituales tienen otras. Todos son científicos, pero no es la ciencia la que determina su visión de las cosas, sino sus creencias respecto a la Divinidad. Cada creyente religioso tiene la visión que su religión o su tradición le dicta, quienes siguen un camino espiritual se basan en su conciencia y en su intuición. El resto de las personas tiene sus propias creencias, y a cada cual le parecen racionales e incluso las únicas ciertas. -Contestó Merlín.
-¿Qué podemos sacar en claro de todo esto?
-Preguntó María.
-Que con nuestra mente inteligente podemos descubrir muchas cosas, que también hay otras formas de conocimiento, que todo conocimiento es distorsionado por nuestras creencias. Lo que realmente nos afecta, lo que hace que nuestra vida se oriente en una dirección o en otra, es la conciencia que tengamos de nosotros mismos y del mundo que nos rodea, es decir, la conciencia es la que nos permite el máximo grado de relación armónica con la realidad, tanto con la nuestra propia como con la del mundo que nos rodea.
-Concluyó Merlín, y María estuvo de acuerdo.
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