Tenemos un ego, el cual siente dolor cuando los demás no creen o no hacen, lo que nos gustaría que creyeran o que hicieran, y que se alegra cuando lo creen o cuando lo hacen.
Nuestro ego, cuando siente dolor castiga,
y cuando siente alegría premia.
Sentimos compasión, la cual siente dolor cuando ve que las creencias y los comportamientos de los demás les causan dolor a ellos mismos, y siente alegría cuando los demás están alegres.
El ego y la compasión viven mezclados en nosotros, con pesos variables, pero siempre en tensión.
De ésta mezcla, unas veces el fruto es el dolor,
otras la alegría,
y otras las comprensión de lo que ocurre en nuestro interior.
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