Sólos los verdaderamente sabios ven la realidad como es y además la aceptan, con lo cual están libres de creencias. Para los demás, la realidad es algo que nunca acabamos de ver al completo y, por lo tanto, la realidad que no vemos queda sometida al prisma más o menos distorsionador de nuestras creencias.
Para la gran mayoría de las personas lo más importante es conseguir lo deseado. Para estas personas aquello que les permite conseguir sus deseos es lo verdadero y lo bueno, y desprecian u odian todo lo demás, pues para estas personas lo importante es solamente el grado de eficacia que presente cada creencias a la hora de conseguir lo deseado.
Sin embargo, todo lo que hacemos llevados por nuetras creencias contiene un grado más o menos alto de desarmonía, de artificio, y por lo tanto tiene unas consecuencias destructivas, conflictivas y dolorosas, las cuales solamente vemos cuando ya no se pueden evitar, con lo cual nos condenan a pagar sus dolorosos precios.
Así, ver esas consecuencias ante de hacer algo es otra manera de ver las cosas, una manera más sabia, pues no querer ver las consecuencias es lo que ha dado lugar a todo aquello que nos está provocando las frustraciones, las insatisfacciones, los problemas, los conflictos, los sufrimientos.
La trampa de creer que lo más importante es conseguir lo deseado se cierra cuando para combatir nuestras frustraciones, insatisfacciones, problemas y sufrimientos, creemos que lo más importante es conseguir deseado.
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