Cuando los seres sobrenaturales, los héroes, o cualquier persona nos hace un regalo, siempre es un pago, espontáneo o calculado, por algo que hemos hecho o por algo que esperan que hagamos. Cuando buscamos estamos regalos o los aceptamos gustosos y agradecidos, en mayor o menor medida, nos sometemos a la voluntad de quien nos regala.
Cuando somos nosotros los que regalamos lo hacemos llevados por los mismos motivos que quienes nos regalan, y nos comportamos igual que ellos.
Sólo el Universo y la Naturaleza nos hacen regalos sin pedirnos y sin esperar nada a cambio. El Universo y la Naturaleza fluyen continuamente, y todo regalo tiene un tiempo finito, pero aspiramos a que el regalo sea eterno y así nos frustramos. Por otra parte, mientras duran pocas veces nos resultan suficientes, y también nos frustramos.
Con más frecuencia de la que creemos, confundimos los regalos recibidos con derechos que cremos que tenemos a recibirlos. En estas situaciones se producen en nosotros dos reacciones: Por un lado no nos sentimos obligados a estar agradecidos a quien nos hace el regalo, por otra parte culpamos a quienes dejan de regalarnos o a quienes no nos hacen los regalos a los que creemos que tenemos derecho.
Cuando no recibimos lo deseado nos frustramos y, llevados por la frustración, culpamos, luchamos o nos resignamos, y así, ni nos liberamos ni armonizamos.
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