martes, 31 de agosto de 2021

ESPIRITUALIDAD

 


  La vida, en su curso natural a veces nos produce dolor. Vivir en sociedad a veces nos produce dolor. El curso natural de la vida y las relaciones con los demás, a veces nos producen placer, pero rara vez el placer llega en el momento en el que sentimos el dolor. De esta manera, cuando sentimos dolor nuestra primera reacción es buscar placer.


  Las fuentes de las que podemos obtener el placer son muchas, pero la mayoría no son armónicas ni con el flujo natural de la vida, ni con nuestros niveles de conciencia, y muchas veces están en contra de las normas que rigen las relaciones sociales. Estas faltas de armonía, y este estar en contra de las normas sociales, se convierten en fuentes de dolor, y de nuevo surge la necesidad de encontrar placeres, y así sucesivamente. 


  Son muchos los que esperan encontrar en la espiritualidad medios para escapar a su dolor y para conseguir el bienestar interior o la felicidad. Esto es una ilusión, una trampa, pues en las sendas espirituales destacan las siguientes búsquedas: 


  *La búsqueda de la manera de aceptación del dolor. 


  *La búsqueda de la sabiduría que nos permita ser armónicos con nuestros niveles de conciencia. 


  *La búsqueda de la sabiduría que nos permita ser armónicos con el flujo natural de la vida. 


  Todas estas búsquedas, unas veces aumentar nuestra capacidad para aceptar el dolor, otras veces nos dan sabiduría para escapar de las diferentes situaciones dolorosas y para no provocarlas, y otras veces nos hacen más libres, más sabios, más armónicos con nuestro nivel de conciencia y con el flujo natural de la vida. 


   Todas estas búsquedas nos proporcionan placeres, satisfacciones, pero esos placeres y satisfacciones no siempre nos resultan suficientes para aceptar el dolor, y en estas situaciones buscamos otras fuentes de placer. 


  Así, nuestra vida es una tensión entre aquello que nuestro camino espiritual va alcanzando, y aquello que todavía no hemos comprendido, aquello de lo que todavía no nos hemos liberado. Pero esta tensión contiene una energía que, poco a poco, va elevando nuestro nivel de conciencia.

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