Quienes con lo que consiguen con sencillez y con los regalos de la vida tienen suficiente y además necesitan poco, sufren pocas frustraciones, poco dolor y causan por destrucción, pocos conflictos, poco dolor. Estas personas no necesitan de las complejidades éticas y morales, de las complejidades teológicas o filosóficas, ni de los conocimientos de la ciencia, ni de tantas creencias como existen.
La gran dificultad con la que se encuentra el Hombre no es su poca capacidad o los obstáculos para conseguir sus sueños o para construir mundos perfectos, la gran dificultad es la escasa capacidad para aceptar el fluir natural del Universo, y esta gran dificultad no se supera con complejidades éticas y morales, ni con complejidades teológicas, filosóficas o científicas, ni con tan variadas creencias.
La complejidad no para de hacer ruidosas y agitadas preguntas.
La sencillez, sin conceptos ni palabras, da silenciosas y serenas respuestas.
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