miércoles, 19 de agosto de 2020

HACER


  Vivimos en una sociedad en la cual siempre hay que estar haciendo algo: Hacer para conseguir, para tener, para ser, para sentir sensaciones placenteras, para evitar situaciones dolorosas, para resolver los problemas que nos crea tanto hacer. 

  Frente a tanto hacer, lo único que necesitamos hacer realmente son dos cosas:

 *Aquellos que nos permita sobrevivir como individuos y como especie. 

 *Aquello que nos permita desarrollar nuestros potenciales naturales. 

               Hacer para sobrevivir

  La Naturaleza y nuestra inteligencia nos dan lo necesario para la supervivencia del individuo y de la especie. Para ello sólo necesitamos trabajar en colaboración, y esa colaboración puede ser en régimen de verdadera libertad, igualdad y fraternidad. No hay que desarrollar estrategias elaboradas para ello, pero sí que es necesario elevar el nivel de conciencia para que el individuo entienda y acepte gustoso que una parte de su vida ha de estar dedicada al bien común, y para que la sociedad entienda y respete que el individuo tiene que disponer de un tiempo y de unas posibildades para poder dedicarse a sí mismo, a sus potenciales naturales, a su mundo interior. 

        Desarrollar los potenciales naturales


     Todo individuo tiene dentro de sí unos potenciales naturales, es decir, unas capacidades, unas habilidades, unos talentos, unas sensibilidades, algo que al desarrollarlo le produce satisfacciones y sensaciones de plenitud. Dentro de todo individuo existe un fuerte impulso a desarrollar esos potenciales, pues al hacerlo se siente pleno, se puede sentir útil a los demás, se puede sentir valorado y amado por ellos, y además puede ser armónico conn el fluir natural de las cosas y se puede sentir liberado. 

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   Frente a lo único que realmente necesitamos hacer, etá lo que más hacemos, y eso que más hacemos es todo aquello que nos permite conseguir lo deseado. En la actualidad los deseos más valorados son de tener bienes materiales, riqueza y poder, y así  poder disfrutar de una amplia oferta de placeres sensuales.

   Después le siguen los deseos de ser valorados, admirados y amados.

  Y en tercer lugar está la salud, pues la buena salud no sólo nos permite evitar el dolor, las limitaciones y la muerte, sino que nos permite conseguir y disfrutar de nuestros deseos y de los regalos de la vida, pero con frecuencia ponemos en riesgo o sacrificamos la saluz por conseguir los deseos anteriores. 

  Este hacer, impulsado por la búsqueda de la felicidad, es algo fuertemente contradictorio, pues al hacerlo provocamos todo aquello que nos causa nuestros problemas y nuestro sufrimiento y que, por lo tanto, nos impide conseguir ese mito de la felicidad. Pero aferrados como lapas a nuestrs creencias sobre la felicidad, no vemos esta contradicción, y claro está, pagamos las consecuencias de nuestra ignorancia.  

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