domingo, 5 de julio de 2020
RECIBIR Y HACER
Entre las cosas más obvias, y que por lo tanto somos menos conscientes de ellas, destacan las de recibir estímulos y hacer cosas. Estos dos aspectos se han convertido en la actualidad en una obsesión y una adicción.
Recibir estímulos.- La mayoría de las personas entran en la categoría de que lo que más le interesa, y en lo que más tiempo invierten, es recibir estímulos del exterior, eso sí, tienen que ser estímulos que les resulten altamente placenteros o altamente interesantes. Los esperan recibir del exterior, especialmente de los demás, de tal manera, que se nos ama o se nos admira más o menos en función de lo estimulantes que resultemos para los demás, y lo mismo hacemos nosotros respecto a los demás.
Hacer cosas.- La minoría de las personas entran en la categoría de que lo que más les interesa, y en lo que más tiempo invierten, (con la excepción del tiempo y de la energía utilizados en sus obligaciones labores), es hacer cosas, eso sí, cosas que les resulten altamente placenteras o altamente interesantes, e incluso en el trabajo procuran estos dos aspectos. Unas veces las hacen a solas, otras veces individualmente, pero con mucha frecuencia buscan la ayuda de los demás, intentan involucrarles en ellas. Lo que hacen, lo hacen para satisfacerse a sí mismos, pero también esperan que los demás les amen y les admiren por ello. Unas veces consiguen el rechazo, otras veces la indiferencia, pero sólo consigue ser amados y admirados si lo que han hecho les ha resultado placentero e interesante a los demás.
La mayor parte del tiempo y de la energía que nos queda después de dedicarnos a recibir estímulos y hacer cosas, lo dedicamos a los problemas y a las preocupaciones que nos producen estas dos actitudes. Y cuando estamos cansados, o bien dormimos o bien descansamos, y en el descanso sólo estamos interesados en lo placentero.
En esta situación, a veces sacamos conclusiones inteligentes, es decir, conclusiones que nos sirven a la hora de conseguir más estímulos placenteros a la hora de hacer cosas, e incluso a la hora de resolver problemas. Pero en esta situación no queda poco tiempo y pocas energás para dedicarnos a la vida sencilla, a la serenidad y al cultivo de la sabiduría, es decir, para dedicarnos a la comprensión profunda de las cosas. Pocas personas ven en esta vida un estímulo placentero e interesante, y así, la mayoría sigue creyendo y actuando como si la vida consistiera solamente en recibir estímulos placenteros e interesantes del exterior, en hacer cosas placenteras e interesantes, y en la dolorosa adversidad del aburrimiento y de lo que éste les deprie, de los problemas, de los conflictos y de los impedimentos.
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