domingo, 26 de julio de 2020
LA PARADOJA DE LAS CREENCIAS
Nuestra sociedad está muy fraccionada, tanto en multitud de grupos sociales, de grupos de interés, como en multitud de creencias. Para muchos esto es algo positivo pues lo consideran un signo de libertad, algo que impide que unos pocos impongan su tiranía al resto de la sociedad.
Sin embargo, esta multitud de fracciones y de creencias tiene unas características que suelen pasar desapercibidas:
*Ante cualquier situación de nuestra sociedad, cada creencia da su explicación, la difunde, lucha por imponerla, y entre todas esas explicaciones resulta imposible distinguir la verdad de las cosas, una verdad que no puede brillar por ella misma pues es tratada como una creencia más, y debido a las libertades democráticas, se impone la creencia que más apoyos consigue, no la creencia que contiene más verdad.
*El ciudadano medio, el individuo, se encuentra con multitud de creencias, todas ellas diferentes, todas ellas exigiendo respeto por igual, todas ellas pugnando por imponerse, y el individuo se siente obligado a respetarlas a todas, lo cual también quiere decir que se siente obligado a soportarlas a todas, pues para individuo la gran mayoría de las creencias no le aportan ninguna ventaja, ningún beneficio, y en cambio le aportan muchas molestias, muchas necesidades de soportar cosas con las que está en desacuerdo.
*Lo más grave, y lo más paradójico y también lo más peligroso para la libertad, para la paz, para el bienestar de la sociedad, es que cada fracción y cada creencia, está en una fuerte pugna con las demás, y a cada fracción y a cada creencia, no le importa el bien común, lo único que le importa son sus intereses e imponer sus creencias a los demás, es decir, en nuestra sociedad, cada creencia lleva dentro una fuerte energía, una fuerte intención de totalitarismo. Las pugnas entre las creencias significan ineficacia a la hora de resolver los problemas, también significan un aumento del caos social cuando cada fracción recurre al uso de diferentes formas de fuerza o de presión, e incluso de violencia directa. Así, nos encontramos que frente a la ineficacia, frente al caos, una parte importante de los ciudadanos puede optar por dar su apoyo a dictadores o a políticos populistas, y de hecho los políticos populistas están teniendo un gran éxito, o bien puede ocurrir que al final se imponga una de las diversas creencias y lo haga imponiendo su totalitarismo y su tiranía. Las sociedades no pueden estar viviendo continuamente en la inestabilidad, en la incertidumbre, en el caos. Así, los defensores de la variedad de creencias como algo que garantiza la libertad, deberían de tener muy en cuenta esta paradoja, y recordar que Hitler ganó unas elecciones y tuvo el apoyo popular y entusiasta de la mayoría de los alemanes, y tras esas elecciones ya no hubo más elecciones hasta que la Segunda Guerra Mundial acabó con el régimen nazi.
Y habría que tener muy en cuenta que esta paradoja, y otras muchas más, son la consecuencia de que toda creencia es un artificio por muy bien intencionada que esté, y por lo tanto, para mantener las libertades que tanto se dice defender, lo primero de todo es cuestionarse las creencias, empezando por las propias. No es aferrándose a las propias creencias, no es considerándolas las mejores, no es considerándolas como la base de nuestra identidad como personas como evitaremos las diversas paradojas de las creencias, sino mostrándonos receptivos, abiertos, a la realidad del Universo, a la realidad de la Naturaleza, a la realidad de nuestra esencia y de nuestra conciencia.
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