La cría de mirlo tiene hambre, y con sus formas naturales le pide comida a sus padres. Pero en los hombres, ¡Cuántas hambres artificiales! Y por más logros que se alcancen, ¡Siempre insaciables! El Hombre, voraz impararable y así se causa todas sus hambres. Aquel que anhela y no se detiene, la comida que sacia no se la come.
No hay comentarios:
Publicar un comentario