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La primer percepción falsa, de las cuales se derivan todas las demás percepciones falsas, consiste en que el Ser Humano se ve a sí mismo como un ser separado del Universo y de la Naturaleza, y se como como un ser único, tanto a nivel de especie como a nivel de individuo, un ser especial e incluso superior, y se ve como un ser tan especial, tan superior, que se cree el centro de la atención de todas las sobrenaturales y como el rey de las fuerzas naturales.
Como el Ser Humano no se siente parte del Universo y de la Naturaleza, ha optado por intentar dominarlos, y de paso, también intenta dominar continuamente a sus semejantes, pues al no sentirse parte del Universo y de la Naturaleza, el Ser Humano siente miendo de sus leyes naturales y para combatir el dolor que le produce ese miedo, y para liberarse de esas fuerzas naturales, el Hombre se dedica a conseguir sus deseos placenteros, a conseguir el amor y la ayuda de todas las fuerzas sobrenaturales, así como el amor y la ayuda de todos sus semejantes. Y así, el Hombre entrega su libertad a cambio de esa ayuda, y así el Hombre no desarrolla su sabiduría porque se dedica a conocer y a comprender solamente aquello que le sirve para conseguir sus deseos placenteros y la ayuda de las fuerzas sobrenaturales y de sus semejantes.
Como lo más importante es conseguir lo deseado, pero como al conseguirlo muchas veces causa daño y sufrimiento a los demás, la sociedad ha recurrido a la moralidad y a las leyes par regular la consecución de los deseos. De esta manera, la visión que domina sobre los seres humanos se centra en su mayor o menor capacidad para conseguir aquellos deseos que más aprecia la sociedad, y a su mayor o menor moralidad a la hora de conseguir lo deseado. Aquel individuo que demuestra una gran capacidad para conseguir los deseos más valorados por la sociedad y además tiene continuamente un comportamiento altamente moral, ese individuo es el ideal de Ser Humano, y a ese individuo se le ama, y a ese individuo se le someten las esperanzas, y muchas veces las creencias y las voluntades. A los demás se les desprecia o se les odia más o mennos. De esta manera, nuestra visión sobre el Ser Humano es muy miope y muy reducida, es decir, es una percepció falsa.
Con su visión reducida por todo lo anterior, el Ser Humano identifica lo bello con lo verdadero, y lo hace porque lo bello le produce sensaciones placenteras. De esta manera, quienes quieres conseguir algo de sus semejantes recurren, entre otros medios, a la belleza. Deslumbrado o agradecido por la belleza y por sus placeres, el individuo seducido no ve las verdaderas intenciones de su seductor y se deja controlar y manipular por él.
Se identifica lo placentero con lo bueno, y así, se ama a todo aquello y a todo aquel que nos produce placeres y nos ayuda, y dejamos de amar cuando ya no nos causan placeres, cuando ya no nos ayudan, pues les vemos como a una molestia, como a una carga, como a un obstáculo a nuestros deseos.
Se identifica a lo que creemos bueno con lo verdadero, pues creemos que sólo lo verdadero nos puede dar lo bueno, y sin embargo, recibimos placeres de fuentes muy diversas, frecuentemente de fuentes inmorales, o de personas a las que consideramos como "malas" o "falsas".
Se identifica a lo que creemos moral con lo verdadero, pero el Universo y la Naturaleza no se guían por principios morales. Así estas percepciones falsas nos impiden alcanzar la comprensión profunda, y por lo tanto la armonía y la liberación.
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