En la cima del campanario aparecen revueltos las cigüeñas, la cruz y el pararrayos, es decir, la Naturaleza, la religión y la ciencia, lo cual nos invita a clarificar estos tres aspectos.
La Naturaleza es la manifestación y el reflejo del Uno, del Tao, es decir, de la Divinidad, del Universo.
Ciencia y religión, ambas son dualistas. Entre ellas se combaten, pero sus aparentes diferencias son diferentes creencias, diferentes ilusiones, producidas por los deseos y los miedos a ellos asociados.
Ciencia: razón y conocimiento a veces cierto, a veces falso, a veces completo, a veces incompleto. Razón y conocimiento siempre puestos al servicio del control de la Naturaleza y del Hombre con la excusa y el disfraz del progreso de la Humanidad.
Religión: Indicios y conocimientos múltiples e incompletos transformados en fe, en dogmas y en moralidad, con sus muchas variantes, todo ello puesto al servicio del control de la Naturaleza y del Hombre, con la excusa y el disfraz del amor y del poder de eso a lo que se conoce generalmente con el nombre de Dios.
Ciencia y religión, ambas se presentan como las poseedoras, como fuentes, de la ÚNICA VERDAD, y sobre la base de esa VERDAD, la ciencia y la religión ofrecen sus diferentes esperanzas a la Humanidad.
Sin embargo, una esperanza y una verdad que pretenden control el fluir de la Naturaleza y los potenciales naturales del Hombre, no pueden contener la verdad de la que tanto presumen. Sin permitir el flujo Natural y sin permitir que el Hombre desarrolle sus potenciales libremente, no hay verdad posible.
La Naturaleza, en tanto que es la manifestación y el reflejo del Uno, del Tao, está libre de fe, de dogmas, de dualidades morales, libre de conceptos mentales, pues su conocimiento completo no es accesible a la razón ni al método científico. La Naturaleza es escuela, energía y ritmo para la conciencia. De la conciencia libre y serena viene la comprensión más profunda, una comprensión que sólo se orienta hacia la armonía y hacia la liberación.
Tal vez mi visión sea errónea o incompleta, tal vez hay visiones y explicaciones más completas y más certeras que la mía, tal vez estén en lo cierto los defensores de la razón y de la ciencia, tal vez sea alguna de las religiones la que haya alcanzado la comprensión más profunda, o tal vez sean las creencias mágicas y la mitologías de todas las viejas cultura, las creencias ancestrales de los pueblos primitivos o las civilizaciones ya desaparecidas, las que más se acerquen a la verdad.
Sin embargo, quien pretenda comprender el mundo en el que vive y del que forma parte, quien pretenda acercarse a la verdad y a lo trascendente, tendrá que meditar profundamente acerca de los aspectos que aquí se han visto.
Lo más valioso de todo, lo más cercano a la verdad de todo, es lo que la conciencia descubre por sí misma.
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