Existe la luz, la oscuridad no existe. Eso a lo que llamamos oscuridad es ausencia de luz, y eso a lo que llamamos sombra, es mayor o menor ausencia de luz.
Pero las visiones dualistas de la mente y de la moralidad no tienen en cuenta esta realidad y consideran a la luz buena y por lo tanto bella, y a la sombra y a lo oscuro malo, y por lo tanto feo.
La visión dualista y moralista considera que lo bueno debe vencer a lo malo y lo bello a lo feo, pero, como dice Lao Tse, cuando a algo lo vemos bueno, algo en cambio nos resulta malo, y cuando a algo lo vemos bello, algo en cambio nos resulta feo. La mente dualista y moralista está atrapada en un juego de luces con infinidad de variantes, tantas como tonalidades de luz y de sombra puedan existir.
Juego de modelos de altos ideales
y de creencias prácticas de la razón,
de placeres y de emociones
y de anhelos y de temor,
juego de muchas verdades
que sólo son ilusión.
Flexibles son las realidades,
pero es rígido el jugador.
Sólo la conciencia más honda
sabe, que las luces y las sombras,
son el mismo Fluir y la misma Mariposa.
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