Nuestra galaxia está formada por unos brazos que forman una espiral y que giran en torno a su centro, un agujero negro. Nuestro sistema solar viaja en uno de sus brazos.
La Tierra, con su hermana la Luna, viajan alrededor del Sol, giran en torno a él y sobre sí mismas. Y se producen las primaveras y los amaneceres, los cénits y los veranos, los ocasos y los otoños, las noches y los inviernos, y siempre vuelven las primaveras y los amaneceres.
El Hombre emerge a la luz, tiene sus primaveras y amaneceres, cénits y veranos, ocasos y otoños, noches e inviernos, y vuelven las primaveras.
Gira y gira, todo en relación y armonía, y nosotros somos parte de ello. Claro que esto ya lo sabemos, pero no somos conscientes de ello, y no lo somos porque estamos muy ocupados con afanes, con miedos, con problemas, con nuestras emociones y egos, con nuestra inteligencia, con nuestras tácticas y estrategias, con nuestras esperanzas, frustraciones, fes y creencias.
Estamos tan ocupados con nosotros mismos que no vemos la relación que existe entre nuestros problemas y la poca atención que le prestamos a los movimientos del Universo.
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