lunes, 16 de julio de 2018

EL RITMO INTERIOR


   Nacemos con unos potenciales naturales consistentes en tener más predisposición y más capacidades para hacer y desarrollar unas cosas que otras, y con un nivel de desarrollo de la conciencia. Dejo al lector el tema de las creencias sobre lo que pasa después de la muerte del cuerpo y antes ser engendrados, o cualquier otra creencia respecto a lo que somos al nacer. 

   Venimos al mundo en medio de unas circunstancias determinadas: familia, tiempo, lugar, posición en la sociedad, venimos al mundo impulsados por el ritmo del Tao, seguimos nuestro fluir impulsados por ese ritmo, y a la vez somos parte de ese ritmo. 

   Desde la infancia se produce en nosotros una tensión entre nuestros potenciales naturales  y nuestro nivel de conciencia por un lado, y por el otro las circunstancias en las que nacimos y en las que vivimos. Hay quien se adapta bien a esas circunstancias pues sus potenciales naturales y sus niveles de conciencia son bastante afines con los valores dominantes de la sociedad. Hay quien cede más o menos a las presiones de los valores dominantes de la sociedad, y hay quien siempre mantiene un conflicto abierto con los valores dominantes de la sociedad. Aunque el individuo se adapta bien a los valores dominantes de la sociedad, o aunque ceda fácilmente ante ellos, el nivel de conciencia con el que nació siempre permanece, siempre habla, y a veces es escuchado por el propio individuo.  


  El individuo necesita desarrollar sus potenciales naturales y su nivel de conciencia, al igual que un árbol necesita florecer, dar frutos  y dejar semillas, y cuanta mayor sea la diferencia entre estos dos aspectos y los valores dominantes de la sociedad, mayor será el grado de dificultad y de conflicto. Antes estas dificultades y conflictos, muchos individuos ceden y se someten a los valores sociales dominantes. Otros en cambio valoran más su libertad y su conciencia y se mantienen fieles a sus convicciones más elevadas. Es conveniente tener presente que toda dificultad y todo conflicto es una tensión que produce energía, y cuantas mayores sean estas dificultades y conflictos, mayor será la energía para el desarrollo de la conciencia.




   El individuo necesita conseguir autosuficiencia material y aumentar su autosuficiencia emocional, es decir, necesita alcanzar cierto grado de libertad. Debido a su nivel de conciencia, en unos individuos esta necesidad es mayor que en otros, y  unos alcanzan mayores niveles que otros, pero todos se encontrarán con dificultades, y todos tendrás conflictos con la sociedad, y en todos se producirá una tensión interior que actuará como energía para el desarrollo de su conciencia. 

   En mayor o menor grado, y dependiendo de su nivel de conciencia, el individuo se ve impulsado a aumentar su comprensión profunda, y cuanto mayor sea el impulso y mayores las tensiones con la sociedad, mayor será la comprensión conseguida y, en consecuencia, mayor será la elevación de la conciencia. Por otro lado, se dice que la serenidad es la madre de la sabiduría y estoy de acuerdo, pero la verdadera serenidad sólo llega tras alcanzar cierto grado de comprensión profunda. 





   Las tensiones con la sociedad muchas veces nos resultan agitadas, agotadoras y dolorosas, y entonces buscamos la serenidad. Llegado un momento, nuestro grado de comprensión también nos lleva a buscar la serenidad. Cuando queremos estar serenos nos encontramos no solamente con las tensiones con la sociedad, sino también con nuestras tensiones internas. Si observamos a fondo veremos que estas tensiones están producidas por una mezcla entre nuestras relaciones con la sociedad y nuestro sistema emocional, psíquico y nuestras creencias. Sin embargo, todas estas tensiones están estrechamente relacionadas entre sí, de tal manera que nos resulta imposible ver como cada aspecto de nuestro interior influye sobre los demás. Cada aspecto es como una gota de agua en el océano, cada gota empuja y es empujada, presiona y es presionada.





  Aclarar qué pasa en nuestro interior exige distanciamiento de la dinámica social y de nuestras relaciones con las personas de nuestro entorno cercano, un distanciamiento que no tiene por qué ser físico, basta con que sea emocional, y esto requiere que aceptemos y cultivemos la soledad y nuestro mundo interior. Sólo esa soledad y ese mundo interior nos permitirán ver en perspectiva todos los aspectos de nuestras relaciones con la sociedad y con las personas de nuestro entorno cercano, y como esas relaciones influyen en nuestras emociones, en nuestra psique, en nuestros estados de ánimo, y como nuestras relaciones, nuestra psique y nuestros estados de ánimo hacen que nos relacionemos de una manera o de otra con sociedad y con las personas de nuestro entorno cercano, y es de esta comprensión de donde surgirá la serenidad. De todas maneras, la tensión no desaparece, pues ahora la tensión se producirá entre la serenidad conseguida y todos aquellos aspectos que la perturban. 




   La serenidad nos irá produciendo la comprensión necesaria para entender cuales son los obstáculos, las resistencias, que en nuestro interior nos impiden alcanzar tanto la armonía con nuestro interior, como la armonía de nuestro interior con el ritmo del Tao. Pero la tensión continuará, aunque ahora será entre lo que comprendemos y las resistencias que seguirán en nuestro interior y que son las que nos impiden vivir guiados solamente por aquello que hemos comprendido. Nuestro grado de liberación, de armonía, de elevación de nuestra conciencia, consiste en nuestra capacidad espontánea y sin esfuerzos para vivir de acuerdo con lo comprendido. 




   Cuando el individuo se pare a reflexionar serenamente, y sea cual sea su nivel de conciencia, el individuo se encontrará con que ésta le habla, con que ésta le impulsa a caminar siguiendo lo que le dice, es decir, le impulsa a vivir fiel a si mismo. La vida del individuo es un flujo continuo, un flujo en el que cada etapa se asienta sobre la comprensión conseguida en la etapa anterior, y cada paso recibe el impulso del paso anterior, es decir, un flujo que está impulsado por el ritmo del Tao y guiado por su propia conciencia, y es esa conciencia la que alcanza mayor o menor armonía entre el flujo interior y el ritmo del Universo, de la Naturaleza. Sean cuales sean los caminos espirituales, todos ellos buscan la armonía del flujo interior y la armonía de ese flujo con el flujo del Universo, con el flujo de la Naturaleza, es decir, todos buscan seguir el ritmo del Uno, sea cual sea el nombre que reciba el Uno. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario