Vivir siempre entraña riesgos y siempre nos cobra precios.
Si vemos la vida desde la creencia de que lo más importante es conseguir lo deseado, o bien desde la creencia de que necesitamos luchar y esforzarnos para conseguir lo necesario, tenemos como algo ideal poder vivir con total seguridad y que todo nos resulte gratis.
Sin embargo, ver la vida de ésta manera, también nos lleva a entender que no existe la seguridad total y que hay que pagar unos precios por las cosas. Así, unas personas están más dispuestas que otras a correr más riesgos y a pagar más precios. Ahora bien, al buscar conseguir lo deseado y a la vez buscar la mayor seguridad posible y el menor precio posible, éstas personas se desequilibran ellas mismas, causan daños a los demás y a la Naturaleza, y esos daños y los desequilibrios que se producen a sí mismas, siempre acaban por pasarles una factura dolorosa, lo cual les lleva a entrar en la dinámica de las culpas y de las justificaciones.
Quien busca la aceptación del fluir natural del Universo y de la Naturaleza, también corre riesgos y paga precios, pero busca la manera de aceptarlos como parte del fluir natural.
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