Unas veces se nos presentan situaciones placenteras, propicias. Otras veces se nos presentan situaciones dolorosas, adversas.
Unas veces creemos que las situaciones que se nos presentan se deben a lo que hacemos, o a lo que no hemos hecho, y otras veces creemos que se deben a causas ajenas a nosotros.
Ante cada situación, y en cada momento, reaccionamos de maneras diferentes.
¡Cuántos afanes, cuántas agitaciones!
¡Cuántas esperanzas, cuántas decepciones!
¡Cuántos placeres, cuántos dolores!
¡Cuántas culpas, cuántas justificaciones!
Casi siempre nos falta serenidad y flexibilidad para comprender y para reaccionar sabiamente.
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