jueves, 16 de marzo de 2017

UN MUNDO SIN POBREZA


   -¿Cuál es tu sueño? -Le preguntó Merlín a Carlos.

   -Un mundo sin pobreza, y sobre todo sin hambre. -Respondió Carlos en tono compasivo. 

  -Está bien, lo experimentarás. -Le dijo Merlín, y acto seguido procedió a hipnotizarlo. 

  -Carlos se encontró en la plaza mayor de un pueblo, y en apariencia no era diferente de otros pueblos que conocía. Se fijó en todo y se dedicó  a pasear por el pueblo. Cuando lo hubo recorrido se percató de que allí no había ningún signo de pobreza y de que la gente era tranquila y parecía satisfecha. Pero lo que más le llamó la atención fue la total inexistencia de signos de riqueza.

 Cuando volvió a la plaza mayor, del ayuntamiento salía el alcalde, el cual al ver su aspecto curioso se ofreció amablemente a informarle, invitación que Carlos aceptó gustoso.

  -¿Qué es lo que quiere saber? -Preguntó el alcalde. 

  -Me gustaría saber en qué se basa su modelo económico, social y político.

  -No tenemos modelos económico, social ni político. -Respondió el alcalde.

  -Pero la gente será muy altruista, bondadosa, compasiva, solidaria, desinteresada... -Dijo Carlos.

 -Pues no especialmente. Nuestro sencillo secreto es que aquí nadie valora la riqueza, de esta manera no hay competencias ni luchas. -Respondió el alcalde. 

 -¿Y eso qué tiene que ver? -Objetó Carlos. 

 -La gente suele creer que para acabar con la pobreza hay que crear más riqueza, pero la gente no sabe crear más riqueza si no es a través de la ambición. Cuando cada cual quiere más de lo que tiene aumenta la riqueza de los países, pero se producen luchas por la riqueza, y toda lucha crea un ganador, que pasa a ser rico, y un perdedor, que se convierte en pobre. Además, las luchas por la riqueza dan lugar a las guerras y a los conflictos violentos, y estos producen pobreza y muchas veces hambre. Aquí la gente sólo se afana en trabajar para conseguir lo necesario para sus vidas sencillas, eso es todo. 

  En esos momentos, Carlos se despertó y como Merlín permaneció en silencio, Carlos dijo:

  -La verdad es que no me esperaba que las cosas fueran tan fáciles.

 -Sí, muy fáciles, pero cuando la gente quiere más de lo que tiene, todo se vuelve difícil, y además nunca se alcanza la satisfacción. -Dijo Merlín.  



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