sábado, 18 de marzo de 2017

UN MUNDO SIN ENFERMEDADES


Lucía fue a visitar a Merlín. Era enfermera vocacional y basaba su relación con los enfermos en transmitirles optimismo vital, pues creía que eso alargaba su vida y hacia que la enfermedad fuera menos dolorosa, y ella quería tener la experiencia de un mundo sin enfermedades. 

-Ese mundo no puede existir, pues las enfermedades y la muerte forman parte del flujo natural de la vida. Sin embargo, entiendo lo que quieres y te mandaré a un mundo donde la gente es muy longeva y sólo enferman cuando ya son viejos. ¿Estás de acuerdo? -Dijo Merlín.

Marta asintió y se encontró en un valle verde y con un tiempo soleado y cálido. Era día de fiesta y la gente disfrutaba de diversas actividades al aire libre, lo cual para Lucía era como estar en el paraíso. 

De pronto vio a un hombre ya muy anciano sentado en un banco, el cual, aunque tenía aspecto sereno, notó que tenía cierto aire de tristeza. Lucía entabló conversación con él, y cuando hablaron de las enfermedades y de la muerte, el anciano le dijo: 

-Aquí se nos enseña a tener una vida saludable, el sistema sanitario es muy bueno, y además el tipo de vida que llevamos no es propicio a crear enfermedades, además no existen ni la pobreza ni los conflictos y, como ve, la gente es alegre y serena. -Dijo el anciano. 

-Pero hay un pero, ¿verdad? -Dijo Lucía.

Sí, hay un pero. Aquí no se nos enseña a aceptar las enfermedades y la muerte, todos nos pasamos la vida disfrutando de nuestra buena salud y de nuestra falta de problemas, y nadie se dedica a aprender a aceptar lo inevitable, y yo tampoco lo he hecho, y ahora que lo estoy haciendo noto que me queda poco tiempo de vida. -Dijo tristemente el anciano. 

Lucía, sacando su parte de enfermera consoladora, le dijo: 

-Pero usted ha vivido una buena vida, y eso es lo que se lleva. 

-No, no me llevo nada, mi pasado feliz no me sirve de ninguna ayuda, sino que es un obstáculo, a la hora de afrontar la enfermedad y la muerte. Ahora mi vida está dominada por el hecho de no estar preparado para ese futuro que cada vez está más cercano. He oído hablar de que sólo existe el presente, pero me lo explicaron mal, me dijeron que el presente era sólo para gozarlo aprovechando la situación de buena salud y la falta de problemas que disfrutamos aquí, no para aprender a aceptar lo inevitable.  Y sabe, para quien no aprende a aceptar lo natural, el futuro no deseado siempre llega, y llega dolorosamente.

En esos momentos Lucía se despertó y lo hizo en profundo silencio. 

-¿Qué te ha parecido la experiencia? -Preguntó Merlín. 

-Cuando sentimos dolor no aprendemos ni a afrontarlo ni a aceptar el dolor natural, sólo buscamos placeres y satisfacciones, y cuando gozamos de salud y de falta de problemas no aprendemos a afrontar los momentos dolorosos, los cuales siempre acaban por presentarse. -Respondió Lucía reflexiva.  









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