martes, 14 de marzo de 2017

UN MUNDO DE PAZ Y DE CONSENSO


  Una semana después, Marta volvió a ver a Merlín y le dijo: 

  -Quiero que me mandes a un mundo en paz, pero que no sea como el de la otra vez. 

  -De acuerdo, pero tampoco te garantizo un final feliz. -Le respondió Merlín. 

   Marta se encontró en una gran ciudad, en un día que parecía ser domingo. Paseando llegó a una plaza en la que acababa de producirse una fiesta popular, y vio que gente estaba contenta. Se acercó a un hombre joven y le preguntó: 

  -¿Qué hacen ustedes para vivir en paz y estar contentos?

  -Bueno, ahora nos resulta fácil, pero mi abuelo me cuenta que les costó mucho. Después de muchas luchas contra una dictadura, consiguieron todos los derechos democráticos, y años después se consiguió que todas las cosas se hicieran por consenso. -respondió el joven. 

 -¿Y qué ocurre con los que discrepan? -preguntó Marta. 

 -Se quedan aislados, y por lo tanto son inofensivos y no causan conflictos. -Respondió el joven con una sonrisa en la que Marta notó algo de estupidez. 

  -¿Cómo consiguen ustedes el consenso? -Preguntó de nuevo Marta. 

  -Realmente no sabría decirle. Existen unas cuantas ideas a las que casi todos consideramos acertadas, no sabría decirle de donde han salido esas ideas, pero la gente cree que las demás ideas están equivocadas, o son utópicas, y aquí de las utopías se burla todo el  mundo, somos gente práctica y sensata. -Respondió de nuevo el joven, y esta vez a Marta su sonrisa le pareció del todo estúpida, y entonces se despertó. 

  -¿Cómo te ha ido la experiencia? -Preguntó Merlín.

  -Me has enviado a un mundo de borregos dóciles y estúpidos. Yo no quiero una paz a ese precio. 
  -Respondió Marta indignada. 

 -Pero viven en paz. Por lo que veo, no es la paz lo que más te importa puesto que no la quieres si has de pagar determinados precios. -Se defendió Merlín, y Marta, que no había pensado en eso, guardó silencio. 

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