Viendo el frente, el lado o la espalda,
lo mismo percibe la sabia mirada.
En su sencillez se refleja el brillo limpio.
En su libertad se halla el don de lo tranquilo.
La Tierra le acoge y le nutre con lo que le es preciso.
El Cielo le da lo alto para que pueda ver lo hondo de sí mismo.
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