Receptivas por igual a los que les sube desde las honduras de la Tierra, a lo que les trae con sus alas el viento, y a lo que les baja desde el Sol y desde el Cielo, las hojas nos cuentan su historia:
Paramos nuestros afanes al cambiarlos por nuestros verdes lozanos.
Nos fijamos en la sencillez que se nos muestra cuando aceptamos el ritmo de las estaciones.
Volamos y danzamos con la música del viento y con el ritmo del tiempo.
Nos posamos en las ramas del árbol, con él compartimos lo que recibimos de fuera y somos hospitalarias con todos los que a nosotras llegan.
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