Dar la espalda a un deseo es una forma de intentar reprimirlo.
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Ver que los deseos esclavizan puede llevarnos a las siguientes actitudes:
*Reprimir todo intento, todo medio, de conseguir aquellos deseos que creemos que nos esclavizan.
*Reprimir incluso el deseo mismo intentando hacerlo desaparecer de nuestra vista, de nuestros pensamietnos, de nuestra memoria, e incluso no permitiéndole que se manifieste en nuestras emociones.
Estas actitudes autorreprisivas son mucho más frecuentes de lo que pensamos, y de hecho, todos caemos alguna vez, incluso muchas veces, en ellas.
Pero reprimir todo lo relacionado con un deseo no es liberarse de él, pues todo lo reprimido queda dentro de nosotros a la espera de una oportunidad o de una justificación por nuestra parte para emerger con fuerza, a veces como si se tratara de un muelle oprimido que se libera de golpe. Mientras el deseo exista y no pueda manifestarse no dejará de producirnos diversos desequilibrios e incluso trastornos.
Así, ante la situación de ver que los deseos nos esclavizan y de ver que la represión de los diversos aspectos relacionados con los deseos no funciona, ¿Qué camino nos queda?
El camino que nos queda para liberarnos es el de la comprensión profunda de todos aspectos relacionados con los deseos, comprensión que actúa como si quitáramos la leña de ese fuego o no la pusiéramos, y cuando no hay leña, cuando no hay combustible, el fuego del deseo no arde, y ese NO-ARDER, es la verdadera liberación.
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