Las relaciones con los demás pueden ofrecernos ayudas y soluciones de muchos tipos a la hora de conseguir todo lo necesario para nuestra supervivencia, y sobre todo, son la única fuente para que nos sintamos amados y para que podamos compartir nuestro mundo interior.
Sin embargo, las relaciones con los demás nos crean dependencias respecto a ellos, refuerzan nuestro ego y agitan nuestras emociones, y a veces incluso las desestabilizan. De esta manera, las relaciones con los demás se convierten en algo más o menos tenso, y algunas ocasiones en algo contradictorio para nuestro camino espiritual:
*Por un lado, cuando son amorosas y afines, nos permiten conseguir unas satisfacciones que nos equilibran, que nos proporcionan una base sólida para nuestras vidas.
*Por otro lado, son el principal obstáculo para nuestra libertad interior, para apagar nuestro ego, y son también un obstáculo para nuestra serenidad, y por lo tanto para nuestra sabiduría, es decir, para que podamos alcanzar la armonía.
Así, quien sigue un camino espiritual se debate en una tensión continua entre sus necesidades de sentirse amado y de compartir su mundo interior, y sus necesidades de soledad libre, serena y sabia. La comprensión profunda, la elevación de nuestro nivel de conciencia y el tiempo, irán resolviendo estas tensiones, estas contradicciones. Mientras esas tensiones contradicciones no se resuelven necesitamos confiar en nuestro propio camino espiritual y permitir que dentro de nosotros el flujo natural de las cosas y el tiempo vayan actuando, y mientras el flujo natural y el tiempo actúan, lo más sabio es aprender a disfrutar de todos los regalos de la vida, de todos los regalos de nuestro camino espiritual, así como de todos los regalos de la vida sencilla y serena.
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